La celebración, a la que llegaron hermanos y hermanas desde las distintas comunidades de la parroquia Jesús Obrero y sus capillas: Santa Clara; Virgen de los Pobres y el templo dedicado a dichos apóstoles, fue presidida por el párroco, padre Francisco Triviño.
Al iniciar la fiesta eucarística, el sacerdote diocesano agradeció la presencia de la asamblea, y de las hermanas Mariela Pérez y Nora Cárdenas, religiosas Siervas de Jesús de la Caridad, y dijo que “es importante siempre reunirnos, estamos en comunión los unos con los otros, y sobre todo cuando una comunidad celebra a sus Santos Patrono como es el caso de nuestra capilla San Pedro y San Pablo”.
En su mensaje el sacerdote diocesano preguntó “cómo estos hombres fueron descubriendo el rostro de Jesús; un pescador en el caso de Pedro y un perseguidor de la Iglesia en el caso de Pablo. La vida de estos apóstoles está llena de testimonios de dos personas bien distintas que amaron a Jesucristo, se dejaron transformar por su Espíritu y entregaron su vida en la edificación de la comunidad creyente, siendo reconocidos como las columnas de la Iglesia”.
“Es maravilloso cómo el conjunto del Nuevo testamento nos presenta a Pedro y a Pablo viviendo su camino de fe y con todo lo que ello significa; experiencia de conversión progresiva en medio del pecado y de debilidades, de generosidad y de conflicto, de diálogo y perdón. Esa es la vida humana”, agregó el padre Francisco.
También invitó a contemplar a ambos apóstoles y explicó que “es Pedro que lo dejó todo por seguir a Cristo, que lo reconoce como el Mesías, y luego, le cuesta aceptar el anuncio del Mesías Crucificado. Es él que cuando la gente abandona a Jesús, proclama su adhesión: ´Señor a quién iremos, tú tienes palabras de vida eterna´, una frase tan profunda, dicha por Pedro, que debe hacernos pensar en nuestra propia vida”.
“Lleno de miedo dice que no conoce a Jesús, pero entonces también llora amargamente por su pecado, y con su triple confesión de amor, como nos cuenta el evangelista Juan, sana el amor herido y vuelve a acoger su misión pastoral. Es Pedro, como nos cuentan los Hechos de los Apóstoles, ´el lleno del Espíritu Santo´ que anuncia a Jesucristo en Pentecostés”, añadió.
En cuanto a Pablo, señaló que “el fariseo orgulloso e implacable, perseguidor de la Iglesia, que es transformado por el encuentro con Jesucristo para ser el evangelizador de los no judíos. Cuatro viajes hizo en ese tiempo anunciando la Palabra del Señor, y es Pablo quien proclama el sentido de su vida, y ´ahora prisionero del Espíritu me dirijo a Jerusalén sin saber qué me espera´”.
“Es la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo”, dijo el padre Francisco, y agregó: “Celebramos las maravillas de la acción de Dios que transforma la vida de estos hombres disponibles a la gracia de Dios, que los hizo columnas de la Iglesia, y aquí hay una verdad fundamental en la vida de nuestra Iglesia que hemos dejado de lado: muchas veces no dejamos que esa gracia nos ayude a crecer, a madurar, no solo como cristiano, sino como persona, y ahí está el cambio de Pablo”.
“El Señor nos sigue invitando hermanos y hermanas a edificar la Iglesia. El Papa Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI, y ahora el Papa Francisco nos invitan a una nueva evangelización, pero no fuera de mí. Re evangelizar significa primero en mí; cómo está mi fe, cómo está mi testimonio de vida, y entonces evangelizado, acepto esta gracia de Dios, me coloco al servicio de la vida de la Iglesia y me pongo a disposición”, aseveró el padre Francisco.
finalmente invitó a la asamblea a agradecer a Dios por que cada día “nos va colocando hermosos testimonios de muchas personas en el mundo, de cómo viven su evangelización en el servicio a la Iglesia y a los hermanos”.
Al término de la celebración la comunidad se reunió en torno a la mesa de la fraternidad para compartir, de manera sencilla y acogedora, un momento de diálogo ameno y alegre.
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