Así lo aseguró este sábado 4 de marzo, Monseñor Jorge Concha en entrevista donde saludó al pueblo de Dios que peregrina en la Iglesia osornina.

La Diócesis de Osorno es la primera iglesia local donde usted es obispo titular: ¿Qué ha significado para usted guiarla por casi cinco años?

Cuando es la primera diócesis es un tiempo de aprendizaje especial, de gracia por lo que uno aprende la realidad, a ser pastor, a irse moderando, a ir poniendo los acentos que corresponden. Para mí ha sido un tiempo de gracia y de mucho aprendizaje, un tiempo rico de fraternidad donde me he sentido muy gratamente acogido, acompañado, y donde he estado muy contento, con muchos proyectos para la Diócesis.

Padre Jorge, usted llegó como Administrador Apostólico en un momento muy complejo de la Diócesis de Osorno, luego la asumió como Obispo Titular y apareció la pandemia por Covid-19. Hoy en medio de la preparación de esta gran Misión Diocesana, lo trasladan a la Diócesis de Temuco. ¿Cómo recibe usted este nuevo desafío?

Lo recibo con mucha sorpresa, con mucha confianza en Dios, y es a lo que invito a todos y todas porque si uno lo ve sin esa cuota de fe, uno puede pensar que es inoportuno, entonces esa gran dosis de confianza que necesitamos tener es importantísima en un momento así, porque yo tengo sabor a poco, como que faltaba tiempo, y pensaba que este iba a ser el primer año con la “normalidad” que todos esperábamos.

Decimos que tenemos fe, entonces es el momento de poner a prueba esa fe, confiando en Dios, Él sabrá poner tiempos mejores para Osorno, para Temuco, para nuestra Iglesia.

Muchas personas en las redes sociales, a través del e-mail, del WhatsApp, habló de su valentía al asumir una diócesis dividida, y expresó también que usted supo dar estabilidad y dirigir la Iglesia local. Según su criterio ¿cuál es su legado para la Iglesia Osornina?

Que bonito saber eso, pero al mismo tiempo digo que no soy yo quien tiene que hablar de legado, sino que lo tienen que decir las personas, los fieles, el Pueblo de Dios aquí, pero también creo que tiene que pasar un poco de tiempo. Yo agradezco eso porque fue un interés, un empeño, una búsqueda, nuestra oración creo que también fue muy importante, mucho pedirle al Señor que viviéramos nuestra comunión, el perdón, la reconciliación.

Todo eso es un proceso, y lo sigue siendo porque nada está acabado, pero el ideal de unidad está siempre presente porque Jesucristo lo pone ahí como un faro adelante, como una luz que ese es nuestro destino. Nuestro destino es la Comunión, es la unidad, es vivir en paz, vivir reconciliado, porque además eso es lo que queremos que suceda entre Dios y yo.

Sin dudas hemos dado pasos y eso gracias a la oración, y a la generosidad de muchos hermanos y hermanas que han pedido perdón, han renunciado, han escuchado y todo eso va ayudando a que se construya un camino de paz, de reconciliación, de encuentro, de reencuentro. Entonces creo que está bien eso, pero el tiempo lo dirá con mayor objetividad lo que corresponde en verdad, y cualquier cosa positiva en ese camino es gracias a todos.

Padre, ¿Qué es lo que más valora usted de la Iglesia de Osorno?

La Iglesia de Osorno es rica en el interés de participación de mucha gente, de muchos fieles y que todavía no se ha puesto a prueba porque tuvimos la pandemia que nos encerró, impidió que nos reuniéramos, que nos encontráramos. Ocupamos la tecnología, pero nunca el encuentro virtual reemplaza lo presencial. Soy un agradecido de lo virtual, pero también pongamos las cosas en su justo mérito. Lo presencial fue escaso, y ahora se pone a prueba esto que yo lo veo como una riqueza en la Iglesia de Osorno: los fieles quieren participar, quieren ser iglesia, quieren tener un rol más protagónico. También participan con fervor y expresiones de religiosidad en las fiestas de San Sebastián, de Nuestra Señora de la Candelaria.

Un tercer aspecto es que hay generosidad porque cuando se llama algo a la solidaridad la gente responde. Lo solidario está instalado por Dios en el corazón de las personas, y ahí hay un signo muy importante del amor, de la caridad.

Después de casi cinco años, ¿Con qué se va en el corazón, ¿qué se lleva de la Diócesis de Osorno?

Como decía al comienzo, Osorno para mí ha sido una escuela, un aprendizaje de escuchar, de conocer gente, de servir, para servir, para darme cuenta de que hay desafíos pastorales y muchas realidades, varias de las cuales no las atendí porque no tuvimos tiempo, porque simplemente quizás no me di el tiempo, quizás debí haber dado más. Hay realidades que quise atender, pero las pensaba para este año, entonces una enseñanza es que hay que hacer todo lo posible para no esperar, aunque tuvimos la pandemia.

Entonces me voy con este aprendizaje, con el cariño de la gente. En el mensaje que mandé a Temuco decía que yo amo a Osorno, tengo en el corazón a Osorno y a su gente, y muy presente en la oración de estos días a todos los rostros concretos de las distintas comunidades, de personas que creen en el Señor y que quieren servirlo en los demás y de hacer su Iglesia.

Me voy con ese cariño grande a la gente y a la provincia y a la región que es maravillosa. Siempre van a tener un hermano que quiere a Osorno y a su Iglesia.

¿Cuál es su mensaje para la gente de la Diócesis de Osorno padre Jorge?

En principio les digo a los hermanos y hermanas de la Iglesia de Osorno que tengan mucha confianza en lo que Dios va haciendo, es un momento de prueba de la fe, y que sean bien generosos porque Temuco es muy importante también para la Iglesia en general por toda la situación que ha estado viviendo en el último tiempo, también es nuestra Iglesia.

Tengan mucha confianza en lo que el Señor está haciendo y lo que hará con Osorno. Les invito a además a que sigan participando, sigan haciéndose parte activa en todas las buenas iniciativas que existen y en las cuales hay tanto entusiasmo: la evangelización, la Misión Diocesana que se está estructurando.

Padre Jorge, le transmito el agradecimiento de muchas personas por todo el bien que ha hecho en nuestra Iglesia osornina especialmente

Yo soy el agradecido de Dios, del Papa que me envió a Osorno, soy un agradecido de estar al servicio de una comunidad. Eso es una gracia para nosotros, es un privilegio para uno, entonces más que las personas me agradezcan, yo soy el que tiene que agradecer.

El pueblo de Dios tiene derecho a un pastor, y al servicio de un pastor, y si uno lo hace bien, es lo que se tiene que hacer y nada más, a si es que yo soy quien tiene que agradecer por estar acá y a su servicio.