La Misa, presidida por el Administrador Diocesano, padre Cristian Cárdenas Aguilar y concelebrada por el párroco de la parroquia Jesús Obrero, presbítero Francisco Triviño Andrade; y el sacerdote diocesano, Williams San Martín, se inició a las 19.00 horas con la introducción del guía de la celebración, y el canto que anunció la entrada los pastores en medio de la asamblea que acompañó al coro.
En esta celebración Eucarística estamos haciendo memoria de la patrona de esta comunidad, a quien en los documentos franciscanos la refieren como una mujer íntegra, alegre, entusiasta, muy humana, y también muy dadora de lo divino. “Esto es una invitación para cada uno de nosotros, a poder imitar en nuestra vida a Santa Clara en esa búsqueda de Jesús”, dijo el padre Cristian en su homilía.
Destacó que San Francisco de Asís la ayudó en su cometido, “así también nosotros podemos ser apoyo para otras personas, del mismo modo que otras personas nos han ayudado a nosotros a encontrar este camino, a seguir adelante, a encontrarnos con Dios y tener esta vinculación con Él”.
Santa Clara, agregó el sacerdote diocesano, resalta su deseo de fomentar el amparo, ayudar a los otros, porque ella misma “lo que tiene lo comparte, lo pone al servicio de los demás. Esa es parte de su historia, ella pertenece a la alta sociedad, en su casa cuando se servían la comida, ella guardaba parte de esa comida para llevarle a los más pobres, y entre ellos también se beneficiaba Francisco de Asís y sus compañeros que estaban conformando la comunidad”.
Esta es la invitación para nosotros, continuó el padre Cristian, y enfatizó que “en este tiempo, en el mes de la Solidaridad, somos invitados a entregar de lo nuestro para los demás. Por su puesto en nuestra condición de cristianos católicos, es algo que hacemos siempre, pero en agosto simplemente le damos mayor énfasis”.
También aseveró que, a la luz de la Palabra de Dios, “también nos enseña esa búsqueda, como muy bien decía nuestro guía de la celebración, allí el Señor se manifiesta en el silencio. Muchas veces esperamos que Él se manifieste de manera grandiosa, de manera que desarme todo lo que hay, que imponga su presencia, sin embargo, Dios no lo piensa así, no lo quiere de esa manera, porque el testimonio que tiene este profeta (Elías) de ver el viento huracanado, el terremoto, la tempestad, pero sin descubrir la presencia de Dios hasta que viene esa brisa suave”.
Siguiendo lo que “Jesús nos decía, cuando visita a la comunidad una vez que ha resucitado, lo primero que dice es: ´Paz a ustedes´, es esa la forma en que el Señor se comunica, y de esta manera, en la brisa suave es también la identidad de la paz, tanto de quien está viviendo una experiencia como que con el paso de Dios se está dando la paz en el corazón de la persona. Esta también es invitación para nosotros, Dios está pasando en nuestras vidas de muchas maneras, allí nos invita a tener paz”.
Destacó que en la primera lectura (1Rey 19, 9.11-13) y en el Evangelio (Mt 14, 22-33) estaba la tempestad, sin embargo, también hay un detalle importante en este último texto, que es “la actitud de Jesús que está teniendo en los distintos momentos. Recién había acabado la multiplicación de los panes, y Él envía a sus discípulos en la barca, y se queda solo para la oración por lo que está aconteciendo, por lo que viene”.
Explicó que en esa tempestad en el mar que estaban viviendo los apóstoles, el “Señor les dice: ´No tengan miedo´, momento en que los discípulos descubren que era Jesús. Muchas veces, la barca de nuestras vidas también se mueve y se agita mucho, y nuestra barca de la vida de la Iglesia se ha agitado muchas veces, y es allí en que nos invita el Señor a que no tengamos miedo, que nos hagamos parte de esta confianza en Él”.
Este mismo texto, “nos enseña que, sin Jesús, no podemos. Muchas veces nos creemos autosuficientes, queremos hacerlo todo nosotros mismos, olvidándonos de las cosas importantes que Dios coloca en nuestras vidas para que podamos realizar las cosas, y allí se nos manifiesta nuevamente con esa petición que le hace a Pedro cuando está en la barca: ´Ven´, pero Pedro no puede hasta que toma la mano de Jesús, hasta que es capaz de clamar: ´Señor Sálvame´”.
También nosotros necesitamos clamar a Cristo cada día: ´Señor Sálvame´. Que el Señor nos ayude a reconocerlo siempre y una vez que lo reconozcamos seamos capaces de pedir su auxilio”, finalizó el Administrador Diocesano.
Al término de la celebración Eucarística, en la que además acompañó el padre Aures da Silva SVD, párroco de la parroquia Espíritu Santo, la comunidad entregó un recuerdo de Santa Clara e inmediatamente después festejaron, con sencillez y alegremente, en la mesa fraterna.
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