A las 19.30 horas, los fieles y devotos de la Patrona de Polonia peregrinaron junto al ícono de la imagen venerada de la Virgen de Czestochowa, por las principales calles aledañas al templo para dar testimonio de la fe en Jesucristo y su Reino.

Inmediatamente después, la comunidad reunida en torno al Altar del Señor celebró la Fiesta de la Eucaristía que presidió el padre José Miguel Alvarado SVD, superior de las comunidades verbitas de la Zona Sur de Chile, y concelebraron sus hermanos de congregación: padre Juan Delau, párroco de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, y el padre Aures Da Silva, párroco de la parroquia Espíritu Santo.

Al momento de la ofrenda, junto al pan y al vino, la comunidad presentó flores, “como comunidad alegre, unida y con un corazón despierto a nuestra madre Virgen de Czestochowa. Un rosario que representa una corona de rosas, que cuando lo rezamos estamos todos unidos en un gran amor a nuestra madre. Recuerdos que están hechos con mucho cariño para compartir con la asamblea después de la celebración eucarística, y un canasto familiar regalado con alegría a nuestros hermanos más necesitados en este mes de la solidaridad”, leyó la guía de la Santa Misa.

Al iniciar su homilía el padre José Miguel hizo memoria de los inicios de la capilla y su comunidad, y expresó su alegría de estar celebrando la eucaristía, y agradeció la invitación que le hizo el padre Aures. También destacó la importancia de la Virgen María en la historia de salvación y señaló que hace más de dos mil años San Pablo escribió que, “somos herederos, nos podemos llamar, hijos e hijas de la Mamá de Jesús. compartimos la Madre del Señor por gracia de Dios”.

“Nuestra fe sin la presencia de la Virgen María, siento que nos faltaría algo importante: ese lado materno, ese lado también de la escucha de Dios hacia nosotros a través de la Virgen. Eso lo revela claramente el Evangelio que hoy escuchamos de las Bodas de Caná (Jn 2, 1-12)”, señaló el padre y aseguró que “en el fondo Dios quiere tener algún tipo de vínculo, de relación con el ser humano, y que está representado en lo que para la época era el valor que tenía una boda: una alianza”.

Explicó que, en el Antiguo Testamento, “esa alianza el Padre la quiso establecer con Moisés, pero no resultó mucho, y en esta boda donde faltó el vino, quiere revelar que al parecer va a haber algo definitivo en esta relación que Él quiere establecer con nosotros, y se establece en la persona de Jesús. La Virgen María, a quien festejamos y celebramos, tiene una importancia fundamental en esta alianza definitiva que Dios, a través de su Hijo, quiere tener con nosotros”.

También se refirió a las palabras de la Madre del Señor y madre nuestra en aquella celebración en Caná de Galilea, ´Hagan todo lo que Él les diga”, “María se lo dijo a aquellos discípulos, pero también nos lo dice hoy a nosotros”, y manifestó que “el agua que Jesús convirtió en buen vino, Dios lo puso a disposición en aquella fiesta, eso quiere decir que el Padre pone a disposición nuestra, la abundancia de gracia para que nosotros podamos permanecer unidos a Él”.

Enfatizó que esta alianza “con Dios que se ve reflejada en nuestra unión como comunidad, a veces la estropeamos harto, somos descuidados, dejamos entrar un mal espíritu en nuestra vida, en la comunidad y echamos a perder la relación con el Señor y con los demás, entonces debemos tener cuidado, necesitamos cuidar esa unión con Él”.

“Que no nos falte nunca el ´vino´, es decir que no nos falte la gracia de Dios para estar alegres en nuestra respuesta del sí a Jesucristo, como lo hizo la Virgen”, dijo al finalizar su mensaje el padre José Miguel.