En la ocasión también estuvieron presentes representante de algunas autoridades civiles locales, además de los diáconos, Víctor Hugo Gonzáles Alarcón, Hugo Jaramillo Albarrán y Juan Carlos Mardones Pulgar. Asistieron también el seminarista José Manuel Rozas Navarro, y los acólitos y acólitas de la comunidad parroquial.

Después de la Liturgia de la Palabra y la homilía, la comunidad acompañada por el canto del ofertorio presentó al Señor el pan y el vino “y nuestro esfuerzo por servirle en cada momento”, leyó la guía de la celebración. También se ofrendaron flores como símbolo de vida y recuerdos, como signo del trabajo y entrega de los fieles.

Monseñor Carlos por su parte, en su mensaje recordó la historia de las apariciones de la Virgen a San Juan Diego, en cuya tilma o manto quedó impresa la imagen de María de Guadalupe, “seguramente el manto era una prenda sencilla, pobre y simple, y así también nosotros, somos pobres, pequeños, simples, pecadores, pero con la imagen de Dios impresa en nuestro corazón”.

Del mismo modo destacó la presencia de la Madre del Señor “en nuestro corazón, la llevamos también en nuestro interior. Ella, su imagen está grabada en nosotros, y es por eso que es tan fácil despertar su imagen cada vez que la necesitamos”, y aseveró que “Tanto la imagen de Dios como la de María en nosotros es lo más bello que puede aparecer especialmente en nuestro trato con los demás”.

Continuó, “Es muy lindo ver por ejemplo a personas que son capaces de reflejar esas imágenes que llevan grabadas en el corazón, en la tilma de su corazón en su relación con los demás. No hay nada más bonito que ver a cristianos creyentes, que son capaces de traducir con sus obras, de reflejar también con su vida la imagen de Dios y la imagen de la Santísima Virgen María”, y por el contrario, es muy triste cuando una persona refleja “al demonio, al mal. Reflejan el odio, la violencia, y eso es desconcertante en aquellos que esperan que nosotros, que somos cristianos, el reflejo de la imagen de Dios y el reflejo de la imagen de la Santísima Virgen María”

“No hay nada mejor que el testimonio para que otras personas puedan creer en Dios o puedan reencantarse con la Iglesia”, y aseveró que “hoy día puede ser oportuno en la celebración eucarística, pedirle al Señor: ´regálame la gracia de reflejarte siempre, regálame la gracia de reflejar a María. Quien me vea, te vea a ti Jesús; quien me vea, te vea a ti Santísima Madre, que vean tus gestos, tu sonrisa, tu caricia, tu amor misericordioso, especialmente por aquellos que lo puedan necesitar mucho más”.

“Junto con la imagen, aparecen las palabras de la Virgen a San Juan Diego: ´No se turbe tu corazón, ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No estás por ventura en mi regazo, en mis brazos? ´ Que palabras más bellas y consoladoras, que se actualizan también en nosotros, en nuestra comunidad, en nuestra diócesis, en nuestra Iglesia, en nuestro país”, agregó.

Expresó además “Me gustaría que nos fuéramos más esperanzados de esta eucaristía, con la conciencia firme y generosa también porque se puede compartir con los demás y particularmente con aquellos que tenemos en nuestra casa, de que María Santísima camina con nosotros. Este es el gran mensaje guadalupano, simple y diáfano: contamos con una madre que camina con nosotros y que nos lleva hacia su hijo Jesús, que es la misión esencial de la Santísima Virgen María y es a la vez, la misión esencial de la Iglesia”.