Durante la celebración, la asamblea presente, la cual representó a cada una de las comunidades de la Diócesis de Osorno, repletó el Templo Mayor y participó alegremente con la interpretación de los cantos junto al coro, y en profunda oración acompañó a sus párrocos.
En su homilía el pastor de la Iglesia osornina dijo que la Misa Crismal, es “una de las eucaristías que mejor expresan la comunión del obispo con su presbiterio “, y aseguró que se trata de la fiesta del sacerdocio, donde la liturgia de la palabra “pone sus ojos en el único sacerdocio que permanece para siempre, el sacerdocio de Cristo”. Por tanto, añadió que el sacerdocio cristiano se debe entender “en función del sacerdocio de Jesucristo”.
Aseveró que la liturgia le pertenece a la Iglesia “y ello exige laicos y laicas cada vez más formados que lleguen a tener una comprensión y vivencia litúrgica más profunda”, y enfatizó que “Somos todos sacerdotes por el bautismo. Asimismo, el sacerdocio de los presbíteros recibido por el sacramento del orden no se entiende sino está orientado a fortalecer el sacerdocio común de los fieles”.
Subrayó que el “presbítero puede dar aquello que ninguna otra persona puede dar: la Eucaristía y el perdón de los pecados”, y resaltó cada uno de los roles que cumple en medio de la comunidad cristiana, sin embargo, enfatizó que “lo más importante que espera el pueblo de Dios es que sus curas celebren la Eucaristía y celebren el sacramento de la reconciliación cuando las personas lo necesiten. Ello, solo los presbíteros lo pueden ofrecer, para ello fueron ordenados y ungidos por el obispo”.
“Sin eucaristía no hay Iglesia y es por esa razón que hoy más que nunca debemos rezar para que surjan jóvenes dispuestos a entrar al seminario y así puedan ofrecer sus vidas para seguir ofreciéndonos el pan de la vida eterna”, dijo y destacó el testimonio de tantos sacerdotes y misioneros que ofrecen sus vidas, como lo hizo el primer obispo de Osorno: Monseñor Francisco Valdés Subercaseaux.
Además bendijo a Dios por todos aquellos sacerdotes que promovieron una vida más digna, por aquellos que reconocieron a Cristo pobre en los demás, por los religiosos y religiosas que colaboran para la “construcción de un mundo más humano“. Por otra parte, también destacó que los grandes “santos en la historia de la Iglesia fueron los santos de la Caridad como lo fue nuestro querido Padre Hurtado”, y aseguró que todos ellos tenían “muy claro que la fuente de donde bebía su caridad pastoral era la Eucaristía y las horas de silencio orante ante el tabernáculo”.
“Me gusta una frase que alguna vez le escuché al Papa Francisco: ´es cierto que se ha hecho muy famosa mi frase: sean pastores con olor a oveja (refiriéndose a nosotros los sacerdotes), pero, se olvidan que en más de alguna ocasión también he dicho: sean pastores con olor a sagrario´”, recordó el obispo y dijo que ser pastores “con olor a oveja y a sagrario, es el desafío que tenemos mis queridos hermanos sacerdotes. Es lo que nos reclama el Santo Pueblo de Dios”, y pidió a la asamblea “recen por sus curas, quiéranlos, colaboren con ellos, corríjanlos con cariño y caminemos juntos haciendo de esta Iglesia, nuestra Iglesia, una gran comunidad de discípulos y hermanos capaces de llegar a ser una verdadera ´parábola de comunión´”.
Explicó también que en esta Santa Misa se bendicen los óleos y se consagra el crisma, con el cual “se consagró a reyes y profetas. También se consagra con él a los bautizados, a los confirmados y a los que reciben el sacramento del orden”, y agregó que el “Crisma es derramado sobre aquello que Dios reclama como suyo. Somos de Cristo, somos suyos. Nuestro sacerdocio es suyo. Que nuestra Iglesia diocesana no lo olvide nunca: somos de Cristo y en Él encontraremos nuestra fortaleza. Amén”.
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