Para esta ocasión se encuentran participando sietes diócesis de la zona sur de Chile: Concepción, Los Ángeles, Temuco, Villarrica, Valdivia, Osorno y Puerto Montt, además del secretariado local y nacional. Los rollos de este encuentro se darán durante la jornada de hoy y mañana domingo 14 de julio, día de clausura de este Cursillo de Dirigentes Zona Sur.
Hasta la capilla del recinto, llegó el Obispo de Osorno para presidir la Santa Misa, en la que concelebraron el padre Walther González Igor, Asesor Nacional del Movimiento Cursillo de Cristiandad; y el padre Américo Vidal Yáñez, Asesor diocesano.
En la ocasión, al iniciar la celebración eucarística el Pastor de la Iglesia local, expresó que con mucho gusto participa, y “lo hago pidiéndole al señor para que este Cursillo de Dirigentes sea un momento de gracia para todos, que fortalezca nuestro servicio, nuestros ministerios, liderazgo en cursillo y también en nuestras comunidades”.
Mensaje del Obispo de Osorno
Durante su homilía, se refirió a cómo es el Corazón de Dios y destacó cuatro cualidades que brotan naturalmente de Él al momento de elegir a un hombre o una mujer para cosas importantes, y “creo que la clave la da el capítulo 15 del Evangelio según San Lucas, que probablemente es un texto que todos conocemos y que contiene tres parábolas y en todas ellas se nos cuenta que hay algo o alguien perdido: La Moneda o Dracma Perdida, La Oveja Perdida y El Hijo Pródigo”.
Preguntó entonces, “¿y a propósito de qué el Señor cuenta estas tres parábolas?”, y explicó que los maestros de la ley criticaban a Jesús porque come con pecadores públicos, “en el judaísmo, invitar a alguien incluso a alguien desconocido o en este caso, sentarse con pecadores públicos es un modo de solidarizarse con la realidad que está viviendo esa persona o con la situación en la que se ve involucrado un grupo de personas. Por esto es que les parece tan fuerte a los fariseos y a los maestros que Jesús, que se supone es un maestro reconocido y que tiene tanta fama, sabiendo que sentándose a comer con pecadores públicos está incurriendo en una falta, y por tanto está o queda manchado y que necesita purificación”.
En estas tres parábolas de la misericordia, continuó el obispo Carlos “podemos notar ciertas características del corazón de Dios”, a partir de ahí, añadió, “vamos a comprender cómo el Señor nos eligió a todos nosotros, y cómo eligió a tantos hombres y mujeres dentro de su Iglesia para servir a la humanidad, a los demás”, y dijo que hay cuatro rasgos fundamentales en el corazón de Dios “y que nos puede hacer mucho bien reflexionarlos, porque en la medida que nos confrontemos con ellos, indudablemente puede darse la posibilidad de renovarnos en nuestro servicio que estamos prestando en la Iglesia, en Cursillo de Cristiandad”.
Señaló y reflexionó en torno a los cuatro rasgos del corazón de Dios: “primero, un corazón inquieto, que no descansa hasta encontrar el objeto perdido, toma la iniciativa y sale al encuentro de lo perdido”, “segundo, es un corazón que se alegra y comparte su alegría”, “Tercero, es un corazón misericordioso, que se conmueve entrañablemente” y “cuarto, un corazón que ama, entrañablemente”.
“Entonces, ¿cuáles pueden ser las conclusiones para nosotros, para los dirigentes que están viviendo este cursillo, en esta linda ciudad? Primero, el Señor nos ha elegido, mirándonos seguramente con cariño y misericordia (…) Dios te eligió movido por su amor, porque te ama y porque Él se conmueve entrañablemente ante tus realidades, ante tu situación vital, ante lo que tú estás pasando en este momento. Eso, me parece que comprenderlo, entenderlo de esa manera, recrea interiormente, y cada vez que lo estén pasando mal, acuérdense de que Dios te miró con cariño, con misericordia”, enfatizó el obispo Carlos.
En la segunda conclusión, aseguró que el llamado del Padre “a desarrollar un rol como dirigentes, exige la conciencia de que somos servidores inútiles (…) somos simples servidores de la gracia del que todo lo puede, de un Dios para el que nada le es imposible, que atrae corazones, que transforma corazones, que renueva vidas. Eres un simple servidor, un servidor inútil porque en definitiva todo es gracia, y todo lo podemos en Aquel que nos conforta, como lo dice el mismo San Pablo”.
“Hay una tercera consecuencia. Siendo un servidor inútil, pero aún Dios sabiéndolo, Cristo cuenta contigo. Eso es lo bonito, eso es gratuidad, eso tú no te lo mereces, no te lo has ganado tampoco, y no es producto de tu esfuerzo o de tus méritos, es pura gracia, y por voluntad suya, Él cuenta contigo, y por lo tanto, desde lo más profundo de tu corazón, y sintiéndote verdaderamente inútil, delante de Él, tú respondes: yo, con su gracia.
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