El obispo de la Iglesia diocesana, Carlos Godoy Labraña presidió ambas celebraciones, donde expresó su alegría de festejar a Santa Teresa de Los Andes, y en el contexto de esta celebración, el Pastor de la Diócesis de Osorno reflexionó en torno al evangelio proclamado para este día (Mt 18, 1-4), donde “los discípulos del Señor se le acercan para preguntarle, ¿quién es el más grande en el Reino de los Cielos?”.
Podemos suponer, agregó y dijo “así como nos lo cuenta el Evangelio de San Marco, que los discípulos han estado peleando por los primeros puestos y de quién puede colocarse a la derecha o a la izquierda del Señor cuando Él venga en su Gloria”, y añadió que lamentablemente, esta es una actitud también “frecuente en nuestras comunidades cristianas”.
“¿Cuánto tenemos que aprender del Señor y de su enseñanza?, y por eso mismo es que es un imperativo que nosotros podamos centrar mucho más nuestra mirada y nuestro corazón en la persona de Jesucristo y también su enseñanza”, aseveró el obispo Carlos y continuó: “¿Y cómo responde Jesús a esas preguntas que les hacen sus discípulos? Él Señor responde llamando a un niño y les invita a hacerse pequeños con él, ese será el más grande, el que se hace como un niño, que se hace pequeño”.
Preguntó a la asamblea “¿y cómo son los niños? Todos podríamos dar algunas características de ellos. Los niños no tienen grandes pretensiones, saben que son niños y aceptan su niñez, en general no sienten impotencia ante la vida, ni en la necesidad de pensar cómo van a subsistir, que es una preocupación de nosotros los adultos”.
Hacerse como niños, explicó el obispo Carlos “implica una conversión (…) es cambiar de posición para comenzar a ver la realidad con los ojos de un niñito, de un pequeño, de alguien frágil, con los ojos de la simpleza”.
“La mirada de un niño, es una mirada de admiración frente a la vida, el niño tiene una capacidad innata de asombrarse con las cosas más pequeñas y simples. A veces los niños nos descolocan a los adultos, preguntándonos cosas tan obvias que, tendemos los adultos a complicarnos en la respuesta, y no sabemos muy bien cómo responderle a un niño”, añadió el Pastor de Osorno.
Además, dijo que esta conversión también implica “experimentar una confianza total en Dios, esperándolo todo de Él y no de sí mismo, es la confianza de los niños en sus papás”, aseveró, y aseguró que “hacerse como niño también impacta la relación con los demás. Hacerse pequeño, se hace por lo tanto capaz de comulgar con otros, es decir de entrar en sintonía también con los demás, y eso, lógicamente que se edifica y fortalece a una comunidad”.
Durante la celebración eucarística, en la Capilla Santa Teresa de Los Andes en Tacamó, acompañaron con su servicio ministerial, el diácono Rubén Hernández, Encargado de Cura y Administrador de Bienes de la parroquia San Juan Nepomuceno, en Cancura, y el diácono Víctor Hugo González.
En Rahue Alto, en la Capilla dedicada a la primera Santa Chilena, perteneciente a la parroquia San Leopoldo Mandic, concelebró el padre Miguel Molina, y acompañó en el servicio del Altar, el diácono Juan Carlos Cayún.
En ambos lugares, después de vivir la celebración eucarística, hubo un sencillo y alegre compartir fraterno entre los presentes.
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