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Solemnidad de Todos los Santos se vivió en templos y cementerios de la Iglesia osornina

Viernes 01 de Noviembre, 2024

Familias y amigos expresan de diversos modos el cariño por sus seres queridos que ya gozan de la Vida Eterna, y hacen memoria de ellos con la celebración de la Santa Misa en cementerios, capillas y parroquias en este día de la Solemnidad de Todos los Santos.

La Fiesta Eucarística y la oración por quienes ya partieron a la Casa del Padre son parte de las manifestaciones que como es tradición se vive en familia en este día. También es costumbre visitar los cementerios, limpiar el lugar donde yace aquella persona que se extraña en la vida de cada uno, y el adornar con flores sus sepulcros.

En todas y en cada una de las celebraciones del Banquete Eucarístico de nuestra Iglesia Osornina, con intención especial por el eterno descanso de todos los seres queridos fallecidos, las familias conmemoraron a sus difuntos en un ambiente íntimo, repleto de recuerdos y emociones personales, siempre esperanzados en la promesa de la resurrección que prometió el Señor.

En la Santa Misa que se celebró en la carpa instalada al costado del Cementerio Católico, por calle Barros Arana, fue presidida por el obispo Carlos Godoy Labraña y concelebrada por el Vicario General, padre Cristian Cárdenas Aguilar. También sirvió desde su ministerio diaconal, el diácono Carlos Barría Licandeo.

Homilía del Pastor de Osorno

“Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad de todos los Santos, en ella, recuerda a todos aquellos que han tratado de vivir el estilo de vida del Señor”, dijo el obispo Carlos al iniciar su mensaje, y continuó; “Este estilo está bien definido en el texto del Evangelio escuchado en esta ocasión (Mt 4, 25—5,12) que es el de las Bienaventuranzas, donde Jesús llama: Felices a los pobres, a los afligidos, a los pacientes, a los que tienen hambre y sed de justicia, a los misericordiosos, a los puros de corazón, a los que trabajan por la paz y a los perseguidos a causa de su fe”.

“Felices han sido verdaderamente aquellos que con sus vidas han reflejado la vida de Jesús, especialmente los reconocidos por la Iglesia, que se conocen como los santos canonizados, aquellos que nosotros conocemos y que los celebramos tantas veces, y que la Iglesia los coloca como ejemplo para todos nosotros en fidelidad al Señor”, añadió en su reflexión.

Sin embargo, aseveró que “también están los santos anónimos, que no han sido canonizados y reconocidos oficialmente por la Iglesia. Probablemente, todos nosotros hemos conocido a más de una persona que se las ha jugado por causas nobles, una buena persona, hombres y mujeres que han dado verdadero testimonio de amor y solidaridad, especialmente en su trato con los demás. Ellos ciertamente estarán en el cielo junto a tantos otros cantando eternamente la misericordia del Señor”.

“Esto nos debiese encender el deseo de ser santos. Todos nosotros estamos llamados también a la santidad, de ser un hombre o una mujer fiel al proyecto de Jesús, y junto con ello, a anhelar el cielo, entendiendo el cielo como aquel lugar donde ya no habrá pobreza, ni dolor, donde nadie estará triste, donde nadie tendrá que llorar”, aseguró el obispo Carlos.

Enfatizó que “creer en el cielo es aproximarse a todas aquellas realidades sufrientes que, en Jesús, pueden ser consoladas, animadas y atendidas. Enfermos, inválidos, personas hundidas en la depresión y en la angustia, cansados de vivir y de luchar. Esto que parece ser una forma alienante de vivir el dolor y el sufrimiento, no lo es para aquellos que creemos en el triunfo del Resucitado. En Cristo Resucitado la muerte ha sido vencida, en Él la muerte no tiene la última palabra, y esa es la razón más profunda para seguir creyendo y para seguir luchando”.

“Pidámosle al Señor que nos regale deseos de santidad y de cielo, y pidamos también, especialmente en esta eucaristía, por todos aquellos que han partido, que nos han dejado, especialmente nuestros familiares, amigos y conocidos, para que verdaderamente puedan estar en el cielo contemplando cara a cara el rostro del Señor”, concluyó su mensaje el obispo de Osorno.

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