En la Catedral San Mateo Apóstol, repleta de fieles, la Fiesta del Banquete se inició con la procesión de entrada y posteriormente el grupo de catequesis inclusiva, llevó hasta los pies del altar, la imagen del Niño Dios, donde lo recibió el obispo de Osorno, Carlos Godoy Labraña, para luego, dejarlo en su pesebre frente a la asamblea presente.

Al iniciar su homilía, el pastor de la Iglesia osornina ofreció un cordial “saludo de Navidad para todos ustedes y sus familias. Que el Niño Jesús les regale paz y alegría y un año lleno de bendiciones”,

Inmediatamente después, preguntó “Qué se puede decir de la Navidad” y señaló que es una interrogante pertinente cada ves que se cuerda el nacimiento del Niño Dios en un portal de Belén. Sin embargo, aseguró que en muchos lugares este tan importante acontecimiento para los creyentes, “se vive de manera superficial (…) se ha perdido el carácter familiar y sagrado de la Navidad”.  

“Por esa razón es que para nosotros los cristianos, debiese ser una exigencia y a la vez un desafío devolverle a la Navidad su sentido original. Y en esto, les cabe una especial responsabilidad a los padres de familia que pueden facilitar una vivencia de la navidad con más sentido cristiano para sus hijos”, aseveró.

Enfatizó en que “La navidad es un misterio de amor. Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito para que este mundo que estaba perdido obtuviera la vida eterna. Este misterio de amor exige abrir nuestro corazón para que Dios nazca de nuevo en nosotros, que brote con luz nueva nuestras consciencias, que se abra camino en medio de nuestros conflictos y contradicciones”.

Continuó su mensaje el obispo de Osorno y aseguró que “Para encontrarnos con Dios, no hay que ir muy lejos. Basta acercarnos silenciosamente a nosotros mismos. Basta ahondar en nuestros interrogantes y anhelos más profundos. En esta noche santa, la luminosidad del pesebre viene a iluminar nuestro corazón para despertarnos a la esperanza, una esperanza que no defrauda, que nos sostiene en todo momento, especialmente cuando todo parece cuesta arriba.

“El pesebre nos refleja esa esperanza que podemos gustar y sentir con los sentidos del corazón. Para que ello obtenga frutos es necesario entrar en el misterio de la Navidad con un corazón de niño, hay que salir al encuentro de Dios en el pesebre, hay que cambiar el corazón, hay que hacerse niño, nacer de nuevo, recuperar la transparencia del corazón, abrirnos al perdón y la reconciliación”, añadió.

También, hizo alusión al sacerdote español y teólogo, José Antonio Pagola, “A pesar de nuestra aterradora superficialidad, nuestros escepticismos y desencantos, y, sobre todo, nuestro inconfesable egoísmo y mezquindad de “adultos”, siempre hay en nuestro corazón un rincón íntimo en el que todavía no hemos dejado de ser niños”, y añadió el Obispo de Osorno: “Tal vez, nos haga bien recordar nuestra infancia. Mirar a ese niño que necesitó de cariño y aceptación. Mirar a papá y a mamá abrazándonos y mimándonos. Mirarnos como niños ante el pesebre, ¿qué le dice el niño Dios a ese niño que está enfrente? ¿qué le dices tú a ese niño que está frente al niño Dios?”.

Antes de la bendición final, el pastor de la Iglesia osornina con Jesús Niño en brazos, acompañado de niños y niñas, representando a la Virgen María, San José, los ángeles y los reyes Magos, recorrieron los pasillos del Templo Mayor con gran solemnidad, y a cuyo paso la asamblea contemplo la imagen sagrada del Hijo de Dios recién nacido, en tanto el coro parroquial acompañó con el canto.