La directora del Departamento de Prevención de Abusos de la Conferencia Episcopal de Chile, Pilar Ramírez, nos entrega un recorrido por el proceso de elaboración del documento Integridad en el Servicio Eclesial, dando cuenta en esta entrevista de las instancias de participación eclesial que se desarrollaron a lo largo de Chile, profundizando además en el origen de este texto, junto con los cambios relacionales que se esperan propiciar a partir de una metodología que será aplicada junto con las diversas comunidades eclesiales.
-¿Cuál es el origen del ISE?
Este documento tiene su origen en una solicitud, un mandato de los obispos de Chile, que hicieron en el contexto de la Asamblea Plenaria Extraordinaria que se celebró en agosto de 2018. De hecho, es uno de los de compromisos que ellos adoptan, en el que se solicita generar un documento que ayude a fomentar relaciones de buen trato y respeto de la dignidad de todas las personas, a partir de las conductas de aquellos que trabajamos dentro de la Iglesia.
ISE: documento de elaboración participativa
-¿Cómo se elabora el ISE?
Este fue un proceso largo, que se inicia con el mandato que dan los obispos al Consejo Nacional de Prevención de Abusos, y que termina recién en la última Asamblea Plenaria de abril pasado, con su aprobación definitiva.
Fue un camino bien desafiante en términos de la forma de construir y redactar este documento. Parte con una primera presentación de un borrador que se hace en la asamblea plenaria de noviembre de 2018 a los obispos, y de ahí en adelante inicia un proceso que es muy participativo. De hecho, se crea una comisión especial, integrada por laicos, religiosas y sacerdotes de la Iglesia. Fue una comisión muy heterogénea, aún cuando eran todos miembros de la Iglesia, porque representaban distintas formas de ser Iglesia. Estas personas fueron aportando y construyendo este documento. Esta comisión se reunió varias veces e hizo muchos aportes.
Se abre en agosto de 2019 una etapa que es muy importante, es lo que llamamos la etapa de participación eclesial. Ahí el objetivo fue poder contar con la visión de todas aquellas personas que pudieran tener acceso a este documento y pudieran retroalimentarlo. Entonces, lo que se hizo fue enviar el documento a cada una de las diócesis. Los obispos y administradores reunieron en todos los casos, al clero al menos. Reunieron también a otros grupos, compuestos por laicos y a los consejos diocesanos de prevención, entre otros, para que se hicieran estos aportes. Contaron con una ficha especial para estos fines, a través de ella entregaron sus aportes que subieron a una plataforma web.
Hubo un trabajo grande para sistematizar dichos aportes e irlos integrando cada uno en su riqueza. Esto dio una visión amplia de las necesidades y de la valoración que hacían los católicos del documento. Este fue el proceso más largo, que se extendió entre agosto de 2019 y marzo de 2020. Esa es la gran riqueza de este documento. No es un texto encargado a un consejo o una comisión que lo haga desde su sitio y su visión, que puede ser muy rica, pero siempre resulta limitada. Es un documento que contó con el aporte de muchos católicos que nos ayudaron a poder tener lo que tenemos hoy día.
-Sobre el contenido del ISE
La comisión se dio cuenta de que, más que hacer un listado de conductas esperables o no, necesitábamos apelar a una cuestión mucho más rica que tiene que ver con la integridad de cada una de las personas que prestamos servicio en la Iglesia. La integridad que nos caracteriza por ser bautizados, que desde este principio se derivan formas de conducirse o actuar frente a determinadas cuestiones.
-Socialización del ISE
Más allá de la participación que hubo en la construcción de este documento, ahora necesitamos, que el texto sea parte y aporte efectivamente a lo que estamos buscando con los distintos instrumentos que tenemos en la Iglesia para trabajar el tema de la prevención y la instalación de ambientes sanos. Esto tiene que ver con que estos criterios sean aprehendidos e incorporados por las comunidades y por las personas.
Cuando impartimos la formación básica en prevención de abusos, ponemos mucho acento en que la prevención es una construcción comunitaria: específica y comunitaria, responsabilidad de todos. El gran énfasis en este sentido tiene que ver con los aspectos relacionales. Por lo tanto, para fomentar estos ambientes sanos y el respeto por la dignidad de todos, no solamente de los que estamos dentro de la iglesia, sino también de aquellos que se relacionan con nosotros, hace falta mucho más que tener un documento. Necesitamos que ese documento sea leído, conocido, reflexionado, cuestionado incluso y contrastado con las propias conductas de cada uno, de forma individual, y también en las comunidades.
Para este objetivo estamos terminando el diseño de una metodología para que este texto pueda servir como una base para el empeño constante en la construcción de una cultura del cuidado y la protección de niños y niñas.
-¿Qué cambia con la existencia de este documento?
El esfuerzo por la prevención de abusos, y por fomentar el respeto de la dignidad de todos en la Iglesia, es mucho más que las Líneas Guía o las Buenas Prácticas. Involucra una estructura que incluye instancias diocesanas y nacionales a cargo del tema de la prevención, y también cuenta con otros instrumentos. Por una parte, está la norma de derecho canónico y otros, que se aplican cuando estos delitos y pecados son detectados. Por esta parte, están aquellos textos que apuntan a la construcción de una cultura, de un cambio cultural. El gran impulso nos lo dio, claramente, las Líneas Guía, porque no solamente nos permitió dar una respuesta ante el abuso sexual, también nos permitió escribir como iba a ser, y por lo tanto, ceñirnos a ella. También nos puso frente al desafío de pensar en la prevención de abusos dentro de la Iglesia. Cuando fuimos pensando en la prevención de abusos -que es a la vez muy parecida y muy distinta a la de otras instituciones, por la naturaleza de la Iglesia- nos fuimos dando cuenta que los aspectos relacionales son siempre los que hacen la clave y la diferencia.
La carta que nos manda el papa en mayo de 2018 -donde nos invita a fomentar esta cultura del cuidado y la protección, versus otro tipo de culturas abusivas- es un llamado que se hace carne en el objetivo o en el cambio que se quiere fomentar a partir del texto Integridad en el Servicio Eclesial. Este documento, por si solo, no nos va a aportar si lo tenemos en nuestras bibliotecas o lo guardamos, sino que buscamos que pueda fomentar este análisis o esta reflexión: establecidos estos parámetros, establecidas estas orientaciones -porque eso es este documento, son orientaciones para las personas que prestan algún servicio en la Iglesia- ¿Qué tanto mis conductas, qué tanto mi actuar, qué tanto mi forma de relacionarme con los demás se ciñe a dichas orientaciones? Si esa reflexión logra aparecer en una comunidad, en una persona, ya sea religiosa, en un consagrado o un sacerdote, yo creo que esto ya es un aporte.
Fuente: Comunicaciones CECh
Dirección Obispado de Osorno: Av. Juan Mackenna 980, Osorno.
Teléfono: 64 2 338600
E-mail: osorno@episcopado.cl
E-mail prensa: comunicacion_osorno@iglesia.cl