Osorno, no está ajeno a esta realidad y por supuesto que no ha sido la excepción a dichos efectos, sin embargo y a pesar de haber vivido una primera cuarentena total desde el 30 de marzo al 28 de abril, iniciando con 105 casos activos hasta bajar a 27 casi en un mes, hoy nuevamente estamos confinados desde el 3 de octubre, y hasta hoy, con 285 vecinos activos con la enfermedad, y sumando casos cada día.

Necesitamos cuidarnos unos con otros, el COVID-19 es altamente contagioso han dicho los expertos, y así lo corroboran las cifras que estamos enfrentando en nuestra comuna, en sus distintos sectores e instituciones. Lamentamos profundamente el sufrimiento de toda nuestra comunidad, especialmente el de aquellos más vulnerables como lo son nuestros adultos mayores.

En estos días también nos duele que seis cuidadores y trece residentes del Hogar de Ancianos Santa María, estén confirmados con dicho diagnóstico. Hasta ahora 3 de los abuelitos afectados con la enfermedad se encuentran internados en el Hospital Base San José de la ciudad, 1 está ingresado en residencia sanitaria, y el resto, con síntomas leves, permanecen aislados dentro del mismo establecimiento. Así mismo, cuántos organismos, públicos y privados, cuántas familias completas han pasado por esta enfermedad, cuántos hogares hoy deben vivir con el dolor de la pérdida de uno de sus integrantes.

El cuidar de nuestros padres, de nuestros abuelos es tarea de todos y de todas: de los hijos, de los nietos, de los amigos, de los vecinos porque todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre, que nos enseña a ser solidarios, misericordiosos y siempre buscar el bien común. Nada nos cuesta, sólo tenemos que usar mascarilla, lavarnos las manos frecuentemente, respetar la distancia social y de no ser indispensable, no salir de nuestros hogares.

Sabemos que hoy la ciencia busca incansablemente una vacuna, un medicamento que ayude a controlar los contagios y los efectos que llevan a muchos hasta la muerte, en tanto eso no ocurra toda la comunidad debe tomar medidas extraordinarias y aislarse para no contagiarse, porque el COVID-19 vino para quedarse, y no conoce ni respeta fronteras de ningún tipo; ni geográficas, ni políticas, ni sociales, ni de género y tampoco de edades.

Frente a esta amenaza permanente contra la vida y el bienestar de nuestras familias, toda la comunidad, especialmente los creyentes necesitamos unir nuestra oración y nuestra solidaridad y pedir al Señor que ilumine nuestro caminar en este momento complicado que nos toca vivir, y que nos guie hacia las acciones que cada uno puede hacer para ayudar a minimizar las consecuencias de la pandemia en nuestras familias. 

También es fundamental acoger el llamado del obispo de la Diócesis de Osorno, Jorge Concha Cayuqueo, a seguir siendo solidarios y a continuar orando por los enfermos, por las familias que sufren los efectos adversos de esta pandemia, por aquellos jefes y jefas de hogar que perdieron su trabajo, por los pequeños empresarios, los negociantes que se han visto perjudicados gravemente, y quienes sufren la pérdida de sus seres queridos, además de pedirle al Señor de la Vida por “el pronto desarrollo positivo de una vacuna que pueda llegar a todos y todas”.