En el templo Mayor, ambas celebraciones fueron presididas por el Vicario Pastoral diocesano, quien en su homilía del 1° de noviembre, dijo que en la primera lectura (Ap 7, 2-4.9-14), la Palabra de Dios “nos recuerda el llamado maravilloso que tenemos cada uno de nosotros a ser parte de este pueblo, pero a ser parte de una manera activa(…) En este texto se les animaba a los cristianos perseguidos a que no bajaran el ánimo en su entrega, en su dedicación al Señor”.

Explicó también que en el Santo Evangelio (Mt 5,1-12) se “nos habla de la felicidad, y la condición de ser santo no es otra que vivir en la felicidad de Dios. Si a Dios tenemos, lo tenemos todo y nada nos falta. Esa es nuestra felicidad; tener a Dios en nuestra vida y seguir en este camino que Él nos propone, este camino que está lleno de dificultades, y también de alegrías, pero hay situaciones de dolores e injusticias que debemos enfrentar y que no nos deben vencer”, reflexionó el sacerdote.

Invitó a demás a pedir al Señor de la Vida que en este día en que celebramos a todos los santos, “también festejemos esa presencia de la Santidad de Dios en nuestras vidas. Esa invitación que nos hace a cada uno, celebramos también esa acción del Espíritu Santo en nosotros y que sea la que vaya fortaleciendo nuestra vida espiritual y que humanamente nos permita dar también testimonio de Él”.

Para el lunes 2 de noviembre el padre Cristian, en su mensaje señaló que Jesús asumió nuestra realidad, todo aquello que nos toca vivir, y por eso el Hijo de Dios, al revisar las Escrituras “lo vemos allí acompañando a la familia del difunto, e invitando también a mirar más allá”.

También señaló que el cirio a un costado del Altar representa la vida sobre la muerte, y la visita que hacen las mujeres al sepulcro el primer día de la semana, y “esa visita es la misma que nosotros en un día como hoy estaríamos haciendo en los camposantos, en los cementerios si no estuviera esta pandemia y estaríamos allí acompañando a nuestro difunto, a nuestro ser querido”.

Agregó que este año los cementerios están cerrados a causa del COVID-19, sin embargo, la memoria que hacemos de ellos en el camposanto, la podemos realizar con la Eucaristía, donde además recordamos no cualquier historia porque “estamos haciendo memoria de la historia de salvación y la estamos ofreciendo hoy por nuestros seres amados”.