“El nacimiento de Jesús es una de las fiestas más importantes de nuestra fe: es el nacimiento del Hijo de Dios. Para San Francisco era la ´fiesta de las fiestas´, y este año la pasaremos restringidos en las posibilidades de celebrar”.
Con estas palabras el obispo Jorge inició su saludo de Navidad, en el cual abordó también la complejidad vivida hasta ahora en el mundo, en Chile y también en nuestra Iglesia diocesana a raíz de la pandemia que ha marcado este año 2020, y recordó la frase “nadie se salva solo”, que el Papa Francisco acuñó para invitarnos a unirnos en el cuidado de cada uno y de todos y todas.
También destacó que “es un tiempo extraño, complicado, como nunca la actual generación lo había vivido, porque, además, no sólo estamos enfrentando la pandemia, en diversas latitudes hay muchos y graves problemas que afectan a los seres humanos, y en nuestro país estamos en el marco de un movimiento social que también nos ha remecido y seguramente lo seguirá haciendo, con los cambios profundos que promete. ¡Quién se imaginó un año como el que estamos terminando!”.
“Los sentimientos con los cuales vivimos este tiempo son muy variados y cambiantes. La enfermedad, el encierro, el distanciamiento, la ausencia de los seres queridos, la permanente amenaza, el stress, la violencia que no cesa, generan sentimientos de precariedad, soledad, tristeza, abatimiento, sufrimiento, muerte… Para muchos es un tiempo de oscuridad y de desesperanza… Como sea, es un tiempo particularmente intenso y doloroso para muchísimas personas, especialmente para quienes han perdido seres queridos. En esto quiero decirles que tanto los que ya han partido como los que sufren su partida están particularmente en nuestra oración como Iglesia”.
Sin embargo, aseguró que también hay lugar para “el agradecimiento: por tantas expresiones de solidaridad de parte de personas e instituciones; por los tantos beneficios que nos dan los nuevos medios que permiten acercarnos, comunicarnos y realizar muchos trámites, haciéndonos más llevadera esta situación, y por supuesto, por el desarrollo de la ciencia médica que nos da cierto respiro y optimismo”.
Agregó además que, con una visión objetiva de la realidad y un buen espíritu en la verdad, es una oportunidad para ejercitar la obligación básica, ética y moral de pensar y reflexionar, además de hacer oración, y “Como parte de este ejercicio nos hace mucho bien dar espacio al examen de conciencia, a la revisión y a la autocrítica, sin la cual constantemente le echamos la culpa a Dios y a los demás de todo lo negativo que nos pasa. Todos tenemos algo de responsabilidad en lo que nos sucede”.
Aseguró que: “El pensar y reflexionar, aspecto tan propio de nuestra condición humana, nos pueden ayudar a descubrir la necesidad que tenemos de la luz de la fe y de la esperanza para, a su vez, descubrir el valor y el sentido de las cosas, de lo que tenemos y de lo que nos sucede. Fe y esperanza son un kit de herramientas poderosas, gratuitas y al alcance de todos, capaces de hacernos levantar cada día, emprender con novedad, caminar, sonreír y soñar. Y hacer todo esto, cada uno por sí mismo y por los demás, por los que están cerca y por los que están lejos. Pidamos a Dios con humildad y confianza los dones de la fe y de la esperanza en la Buena Noticia que es Su Hijo Jesucristo”.
“Hermanos y hermanas, esta Navidad nos pilla complicados como mundo, como sociedad chilena, como Iglesia, en todo sentido, en la economía, en la política, en la salud; complicados, pero no abatidos; con inseguridades e incertezas, pero no desamparados ni desesperanzados. Jesús vino a nosotros en María (cfr. Gál. 4,4) hace más de dos mil años, como una luz en un mundo de tinieblas (cfr. Jn 1, 1 – 10; 8, 12), y encendió en los corazones la esperanza de un mundo nuevo, marcado por el amor a Dios y al prójimo, por la verdad, por el perdón, la justicia, la paz … Y puso en movimiento el sueño de un mundo nuevo”, aseveró el Obispo Jorge.
Continuó su mensaje, y dijo que “Jesús, que es fiel, sigue diciéndonos a cada uno y a todos: ´yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos´ (Mt 28, 20); sigue animándonos en las actuales circunstancias de la vida. Por nuestra parte, no tengamos miedo de poner en Él nuestra confianza y de poner Su Evangelio como núcleo esencial de nuestras convicciones y en el horizonte de nuestras vidas, y desde ahí contribuir a que nuestro mundo sea mejor”.
También invitó a todas y a todos los fieles a que “aprovechemos este tiempo para buscar al Señor, como lo dice el Profeta Isaías: “Busquen al Señor mientras se deja encontrar, invóquenlo mientras está cerca” (Is 55,5). No esperemos que simplemente él irrumpa en nuestras vidas; ¡no seamos flojos! Él está cerca, más de lo que pensamos. Aprovechemos también este tiempo, con la ayuda del Espíritu Santo, para alimentarnos de fe y esperanza y para cultivarlas lo más que podamos en nuestro interior”.
“Dios envió a su hijo, quien nació de la Virgen Madre en Belén, y su luz iluminó a la humanidad y la vida entera. La fe y la esperanza son fuerza para vivir con amor y para enfrentar las adversidades que quizás aún nos esperan. Que el Emmanuel, ´Dios-con-nosotros´, sea nuestra fortaleza. Queridos hermanos y hermanas, amigos y amigas, les deseo una serena y feliz Navidad en familia junto a sus seres queridos y en comunidad y que todos tengamos un bendecido año 2021”, concluyó su mensaje el obispo de la Diócesis de Osorno.
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