Conectados a las redes sociales y Radio la Voz de la Costa, los fieles católicos elevaron sus plegarias, cantaron y se encontraron con el Señor de la Vida y con la comunidad, a través de la figura de la Santísima Virgen, con la procesión virtual con que se dio inicio al festejo dedicado a la Madre del Hijo de Dios.

La fiesta continuó con la Santa Misa presidida por el padre Teóforo de Jeu o.f.m. Cap. Párroco de la parroquia Cristo Resucitado, en Cuínco, quien destacó que Dios creó el universo y la naturaleza como fruto de su amor por el Ser humano y señaló que en esta situación de contingencia sanitaria “que nadie esperaba, se ve nuestra fragilidad e inseguridad” y llamó a los creyentes dedicarle tiempo a Dios, porque el Padre “quiere que el hombre vuelva a Él, quiere ocupar el primer lugar en nuestra vida”.

En tanto que el Rector del Santuario de Nuestra Señora de la Candelaria, presbítero Mauricio Bello, en su homilía se refirió a la radicalidad de la entrega de Jesús al Padre “sabiendo que esa era su misión. Por eso hoy día pidamos la gracia en este momento de encuentro con el Señor, en que Jesús Niño es presentado, es presentada su vida, son presentados sus sueños, sus proyectos de vida, todo lo que los padres añoran también para sus hijos”.

“Eso es lo que está viviendo la Sagrada Familia en este minuto, pero también, como les decía: este profeta (Simeón), que ha dedicado su vida a Dios y que se alegra de ver al Mesías, porque ahora, dice: puedo morir en paz. Esta experiencia marca la vida de la familia de María, de José y de Jesús”, y continuó el sacerdote, “pero si hay algo importante en este proceso de caminar en la fe, es que Jesús nunca se apartó de Dios, tuviese éxitos, derrotas, dificultades, siempre estuvo cerca del amor del Padre”.

Por otra parte, en la misa central de la Fiesta, el obispo Jorge Concha Cayuqueo, quien presidió la celebración eucarística, señaló que la pandemia y sus secuelas en la salud, en la economía y en toda la vida social “es una verdadera noche oscura para todos y la fiesta de la Candelaria nos habla justamente de la luz, y con ella, nos habla del renacer de la vida y de la esperanza. La oscuridad no permite ver ni avanzar con claridad y seguridad, solo nos permite avanzar como a tientas y hasta con temor”.

Agregó que este 2021 no hubo peregrinación ni procesión y no fue posible esa tradicional asamblea “festiva en la que confluyen alegría, fe, confianza, tradición familiar, amor a Dios y a la Virgen, pero no se desanimen hermanos y hermanas, ya nos restableceremos, y mientras respetamos responsablemente las limitaciones por el bien propio y de los demás, sobre todo de los más débiles, no dejemos de abrir nuestro corazón y nuestra mente a lo que es el centro y el sentido de la fiesta de la Candelaria”.

“Todos nosotros podemos ser como Simeón y como Ana que reconocieron al Señor como la Luz Verdadera. María, nuestra madre, a quien acudimos con amor y devoción, nos enseña y nos entrega la Luz que es su Hijo, porque así lo ha querido el Padre celestial para salvación de todos”, aseguró el obispo, y aseguró que las tinieblas u oscuridades de la vida personal y social, en nuestras familias, en las organizaciones e instituciones, “¿de dónde nacen? El mismo Señor nos dice que del corazón humano”.

Sin embargo, el Hijo de Dios y de María, “nos ilumina recordándonos que el ser humano está hecho para amar y nuestra mente para proyectar ese amor que, sólo dándole cabida a esa vocación, encontramos la paz, la salud, la realización y alcanzamos la felicidad que tanto ansiamos. La fe que solo Dios da y que debemos pedirla hace posible que veamos y llegue a nosotros la Luz Verdadera y salvadora que es Jesucristo”.

Finalmente animó a los fieles y peregrinos a que la fe y la esperanza siempre estén vivas en el corazón y en la mente, “pensando también que esto es pasajero y que prontamente podremos hacer lo que entrañablemente nosotros queremos: venir a agradecer y a pedir, a los pies de la imagen de la Virgen como tantas otras veces lo hemos hecho”.