Sin el tradicional Vía Crucis, sin la presencia de fieles en los templos, los párrocos y administradores parroquiales de los cuatro decanatos de nuestra Iglesia diocesana, celebraron la Liturgia de la Pasión y Muerte del Señor, acompañados por la asamblea creyente a través de los medios digitales y algunas radioemisoras locales.
Al iniciarse esta vívida memoria de lo que aconteció con el Hijo de Dios hace más de dos mil años, quienes presidieron la celebración se postraron un momento ante el Sagrario vacío o de la imagen de la Santa Cruz. El obispo Jorge Concha Cayuqueo, en la Catedral San Apóstol, se postró a los pies del Cristo de la Agonía, mientras el padre Cristian Cárdenas Aguilar, de rodillas acompañó el instante, y el padre Bernardo Werth hizo lo propio desde el presbiterio.
En su mensaje para este Viernes Santo, segundo día del Triduo Pascual, el Pastor de la Iglesia diocesana dijo que la Pasión y la Muerte del Señor “queridos hermanos y hermanas, es para nosotros como un espejo. En primer lugar, porque podemos ver que lo que pasó en ese tiempo, sigue pasando también en nuestro tiempo”.
Lo que Jesús padeció, sufrió hasta la muerte, “va desde los rechazos personales, individuales hasta los rechazos más colectivos, más complejos y sutiles, y estos rechazos también los encontramos entre nosotros, y es bueno entonces que nos demos un tiempo para contemplar, no solamente acercarnos sentimentalmente a lo que le sucedió a Jesucristo, sino que también sea un momento para vernos a nosotros mismos”.
“Jesús sufrió la traición de uno de sus apóstoles, el rechazo de otro, el abandono del grupo más cercano. También nosotros de tantas formas rechazamos al Señor, el pecado es una manera del rechazo de Dios, de lo que nos dice en su Palabra, en sus mandamientos, en la enseñanza de su Hijo. De manera más colectiva y sutil, cuando vemos que en nuestra sociedad no hay cabida para una mejor justicia, para que haya más paz, para que haya una convivencia más fraterna y de respeto, en cambio hay violencia, injusticia, muertes, asesinatos. Hay mucho que contemplar en nuestra realidad, y la vemos en este espejo de la Pasión, de la Muerte del Señor Jesús”, explicó.
Agregó que también en los creyentes y en los católicos, entre nosotros existe la traición, la indiferencia “hacia el Salvador, hacia el Padre. El querer olvidar a Dios, el querer sacarlo de muchos lugares porque molesta, porque la enseñanza de Jesús es incómoda. Hermanas y hermanos, este es un momento para contemplar, por un lado, la fidelidad de Dios, de Jesucristo, Él es el grano de trigo que muere para dar frutos y, por otra parte, para ver nuestra propia realidad individual, colectivamente, socialmente”.
En segundo lugar, este espejo de la Pasión y Muerte del Señor, “queridos hermanos y hermanas, nos muestra que es tiempo para la conversión. Es una oportunidad que tenemos cada viernes, de un modo especial en Viernes Santo, y todos los días, para convertirnos, y no solamente quedarnos en la contemplación, en la constatación, sino para hacer un cambio en nosotros, y ser animadores de cambio en nuestro entorno. Entonces de la contemplación a la conversión”.
“Y, en tercer lugar, es un momento propicio para pedirle al señor que nos mantenga en la fe, que nos aumente la fe, y si no la tenemos, para pedírsela; que Él nos de la gracia de la fe. La fe en Jesucristo, quiere decir confianza en Jesucristo, obediencia también a Él, si uno tiene confianza en el Hijo de Dios, va a tratar también de dejarse conducir por Él”, aseguró el obispo Jorge.
Finalmente hizo oración para que el “Señor nos de la gracia de la fe, para que nos ayude a convertirnos, a contemplar y a darle gracias a Dios por la entrega generosa de su Hijo Jesús para servicio nuestro, salvación nuestra, redención nuestra y de todos”.
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